domingo, 1 de abril de 2007

Boca de moscas



Pululan pegajosas ellas
Las negras, las más negras, y las máS negras.
Susurrando por la búsqueda del filtro
Que latiendo sus alas en apretujo, inertes han de bambolearse por salir.
Las fauces hoscas, hediondas, de terno blanco y raya al medio
Orondas se lucen, y hasta crédulo es su cuerpo, más,
En el poyo del silencio, donde acurrucado anda el espejo
Se retuerce la mueca, en groserías y salivas
Del flemoso cuerpo hecho contenido, que se atora y en madrugada pasa
Como un yonque en velorio, rasguñándote la traquea.

Allí se cuecen las caldosas disputas, los juicios ante el jurado de 10 dedos…
Entre perdones y latigazos de cardenal asesino
Como si a una niña penetrase
O en atentado al Jesucristo de la morada, se le baje,
Pero están allí, en el círculo nipón de los obesos con moño
Rozándose con sus alas
Y a tientas oponiéndose, de la que sería una lágrima, la sola lágrima.

Y quizá en esa danza fúnebre, de no encontrarse como aviones criminales
Está el encanto injurioso de esta carga
Que pesa por su armonía
Su voluntad de espía, cual bailarín de zonas frías
Que se enrosca en tal enredo, sin un cruel deceso o desenfreno.

Por fuera la pétrea roca, del “siga usted” y “muchas gracias”
Más al ande tranquilo de la coraza equinoccia, le pertenecen esas hondas campanadas
De los dos cauces
Rojo y negro, asco y seco
Suela y suelo.

Lima 20/03/07

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