domingo, 1 de abril de 2007

El niño

a Miguel Vera de la Haza, el jugador violento en el mundo de crayones indecisos


Oscuro y entrecortado, vuélvese el camino
aquel que construyes con destilados ritos
que en industriales dosis asimilas como si fueras hijo mal nacido
que en realidad siempre tiene su cobijo;

más, ahi vas.... con el reparo del segundo paso y el siguiente,
en pro de lo todo que se te ha negado: que es el inmenso aroma de un cabello,
que se luce incógnito en las copas achacadas ante el cielo
en los brindis de traje negro que consuelan tu sueño.

Y la rúa ancha, te es ínfima
y el sencillo escalón te es una cima
a la que temeroso arribas negando sus temblores
mutando en esos de tus marcos “señores”,
aquellos que asimilas edulcorantes en cada nota y cada verso
y de los que (permítame decirlo) se cuelga tu cielo.

Pero se yo, y sabe mucho más usted
que detrás de las palmas verdes y el índice valiente con que crucificas
esta un Eduardo... que crece aún más sólo que aquella ave tendida
y lloras con tus "buenos días"
y te tuerces con tus "muchas gracias"
porque aquella rama de rosácea planta
que cuida tus vestigios
es el aura de un usted,
que juega al dado con lo vertical de los domingos
y no deduce que en un beso está el tranquilo delirio.

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