miércoles, 21 de noviembre de 2007

El sentido de las cosas


(lo siento, respetado lector)











Un esputo en definición
O adorno empolvado del ornato hogareño que cambia nunca.

Allí donde mis brazos se acurrucan cual cenizas
A voluntad de un mero movimiento físico.
Dómame

La milla entre serlo o poderlo
Es recorrida al antojo de las palmas del viento
Que bajo el sol ardiente me derriba
En los muebles, los pasillos, las veredas.
Devuélveme

Y perdida la tarea lúcida de observar
He carcomido lo poco de pestañas que gozaba
Cual cortinas de las buenas funciones
Que cual tules hoy traslucen
Los deseos de las compañías
Que me han vuelto a poner en la fila.
Cerciórate

Más no me corro de la cola
Ni robo pasos a expensas de la entrada;
Simplemente recuesto el alma allí donde el orín te llega al pelo
Allí donde las cosas se amontonan.

Mírame cual cosa
Y manióbrame, puedes reír
Y retuérceme, puedes jadear
Y ubícame, puedes celebrar
Golpéame… triunfaste.

La cena

en a.m.

Con ojo y lengua árida en mano
Al buffete de tintas en columnas acechamos.
Y un buen trozo de embutido silicón
Se asienta en tanto fluya el tinto a propulsión.

Allí, en aglomero hay digestión golosa,
De los Acurios de la edición
Y sus bombardas teóricas,
Que aligerando palabras a cocción
Cual baño maría, hacen hervir la picazón.

Pues no olvidan ellos, sus tamañas Cocinas
Ni al proveedor de legumbre
Que bien los verdes distribuye;
Ni al carnicero preciso
Que milimétrico dirige la disección.

Más, siempre nosotros, con pestañas afiladas
Y mochas de años congeladas
Nos apuramos al deguste matinal,
Que la zamba voluptuosa
A ocho brazos cobra y te sirve.
Y allí, empachados de frío guión matutino
Con el buche rebosando, arrancamos
Pues, barriga llena… corazón contento.

miércoles, 27 de junio de 2007

He olvidado el sabor de aquel cáliz de ambrosía,
Que ignoto en aromas o colores me embargaba las sienes
Por extirpar los mantelitos de las piernas de cría,
O de enrostrar el orín del sueño acomodado en la acera
Siendo eterna la labor del carbón amando la superficie de brea.

De dicho almíbar en cicuta;
Encontrar los patios de múltiples salidas parecía aquella costumbre
de reclinarse los domingos, y rampante los demás días,
echarse en desmoronado goce por ser útil de mentira.

Más, al lóbrego sosiego
Se han sentido extensas las cortinas
Y en extremos de gangrena se han mutilado los orígenes
Como si el terreno del volver se hiciera una acostumbrada ida
Que en sauna de linaza
Dicta el decálogo de:

I.Hincharse más y tener panza de preñada chiva,
II.Lustrar la frente y en súbdita presencia servir de rueda a la calesa,
III.Regar de pétalos las lápidas de absurda presencia,
IV.Dar jolgorio en los días rojos con sensata demencia.
V.Yantar el hervido muslo del cuadrúpedo doméstico,
VI.Y hacer fila ante la briosa plaza del ecrán;
VII.Para en el púlpito altísimo recibir a latigazos el perdón
VIII.De nuestros delitos necesarios en el decatlón;
IX.Que recibe un sereno descanso acostumbrado en edredón
X.Sin haber perdido, obviamente, el ritmo, la sal y el tonto son.

Que así sea.


sábado, 9 de junio de 2007

La caida del palto


Sorbo amargo el café entre mis parpados
Y todas las voces he de sentir, menos la amargas ni roídas
Porque tengo ya la vista hecha de cuarzo ante esta misma escena.
De cartelera sin butaca ni maíz
Pero de asombrosa muestra taquillera sin bombo ni alhelí.

Donde los árboles se visten de piernas boca abajo,
Como filminas de un suspiro de Godard.
Y la atornillada voz del cemento se mezcla en nuestro ritmo
De un lamento de Ayacucho gimiendo en el requinto.

Entonces ya con este aroma de sucinto
Procreo nomás, y caliento asientos, muchos, muchísimos
Más, alba o destello no he de encontrar
Más que en este colirio de grano
Que me esparzo como cutáneo menjunje
Cada mañana de prisa
O de noche en mórbida sentencia de misa.

Las yacidas hojas me hacen manantiales de infusiones
Donde en ornamentales jadeos me zambullo
De puro deseo de estar a pesar de todo solo.
Y dislocado, me acalambro ante las lechuzas,
Que pululan como avizorando el ultimo cuchillazo
La uña pegada al coscolón
O el mítico gato encerrando de cemento ese cuerpo que todo vio.

Ya me he apurado en retardarme
Para no llegar a los boletos
O simplemente para soslayar este insulso hecho que se me hacía cierto.

El ver… uno por uno,
Cómo caen los paltos de maduros.
Pero no verdes ni alevosos como el fluorescente brío de la fresca legumbre
Sino gangrenos de razones para seguir en su etéreo momento
Y encostrados ya de estos terrenales sucesos
De piedritas y topos definidos
De cuadrantes y letritas con artículos;
Que hoy nos vienen jugando un mundo de 10 casillas
Que se reducen a sus grandotes que saltan de 3 en 3 islas
Y nadie se da cuenta que ya se acaba la tiza.





miércoles, 9 de mayo de 2007

Baúl

Como por doméstico sosiego
En un alba común y tarumba de jueves, al remover los marchitos espacios
De la habitación que me acoge sin reparo toda ósea hueste
Me adentro al misterio, de uno de esos baúles del recuerdo.

El, luce añejo y medio tinto, descascarado de polvillo amarillo
Y trajinado en los miércoles del olvido que sostiene en sus 4 tristes vestigios,
Y pende de él un asa, media curva, media laxa
Que roída y en un bronce enmarañado de orfebre censura
Se me muestra como la llave a la apertura, de unos días que empuje a una enorme cerradura.

Al coronar la memoria, como un puje de parto sufrido
Observo las sinceras confesiones, de un hombre que no es ya ese hombre
De un mediático suceso, que se quebró en el túnel del encogimiento
Que revolcaba sus tensos miembros, en pinturitas y fraseos del yo sujeto
Como si fuera él un tectónico suceso, o un enviado del barlovento.

Más, hay en esas fotografías raídas, con recortes y cintas de tintineo rimita
Un hedor de pánico sincero
Que recorre a ojos abiertos el desdén de la mocedad y sus deseos
Que cuando uno tiene lozana la frente, se arropa en dulces sueños
Que febriles y motores… empujan los pies en búsqueda de dolores.

Y heme allí donde no he caído
Por voluntad o fierro tibio, de una distante cautela ante los hechos
O siendo brutamente palabrero… por miedo.

Entonces, aprendido está, que de un baúl roído, sólo se extrae dos momentos:
Lo azaroso que es ser un mozalbete pedigüeño
Y lo escabroso que es ser un hombre derecho,… de los cuales
Ya no tengo en ninguno puesto el recuerdo,
Y mucho menos, la decisión de sus pasos siempre lentos.



domingo, 1 de abril de 2007

Boca de moscas



Pululan pegajosas ellas
Las negras, las más negras, y las máS negras.
Susurrando por la búsqueda del filtro
Que latiendo sus alas en apretujo, inertes han de bambolearse por salir.
Las fauces hoscas, hediondas, de terno blanco y raya al medio
Orondas se lucen, y hasta crédulo es su cuerpo, más,
En el poyo del silencio, donde acurrucado anda el espejo
Se retuerce la mueca, en groserías y salivas
Del flemoso cuerpo hecho contenido, que se atora y en madrugada pasa
Como un yonque en velorio, rasguñándote la traquea.

Allí se cuecen las caldosas disputas, los juicios ante el jurado de 10 dedos…
Entre perdones y latigazos de cardenal asesino
Como si a una niña penetrase
O en atentado al Jesucristo de la morada, se le baje,
Pero están allí, en el círculo nipón de los obesos con moño
Rozándose con sus alas
Y a tientas oponiéndose, de la que sería una lágrima, la sola lágrima.

Y quizá en esa danza fúnebre, de no encontrarse como aviones criminales
Está el encanto injurioso de esta carga
Que pesa por su armonía
Su voluntad de espía, cual bailarín de zonas frías
Que se enrosca en tal enredo, sin un cruel deceso o desenfreno.

Por fuera la pétrea roca, del “siga usted” y “muchas gracias”
Más al ande tranquilo de la coraza equinoccia, le pertenecen esas hondas campanadas
De los dos cauces
Rojo y negro, asco y seco
Suela y suelo.

Lima 20/03/07

El niño

a Miguel Vera de la Haza, el jugador violento en el mundo de crayones indecisos


Oscuro y entrecortado, vuélvese el camino
aquel que construyes con destilados ritos
que en industriales dosis asimilas como si fueras hijo mal nacido
que en realidad siempre tiene su cobijo;

más, ahi vas.... con el reparo del segundo paso y el siguiente,
en pro de lo todo que se te ha negado: que es el inmenso aroma de un cabello,
que se luce incógnito en las copas achacadas ante el cielo
en los brindis de traje negro que consuelan tu sueño.

Y la rúa ancha, te es ínfima
y el sencillo escalón te es una cima
a la que temeroso arribas negando sus temblores
mutando en esos de tus marcos “señores”,
aquellos que asimilas edulcorantes en cada nota y cada verso
y de los que (permítame decirlo) se cuelga tu cielo.

Pero se yo, y sabe mucho más usted
que detrás de las palmas verdes y el índice valiente con que crucificas
esta un Eduardo... que crece aún más sólo que aquella ave tendida
y lloras con tus "buenos días"
y te tuerces con tus "muchas gracias"
porque aquella rama de rosácea planta
que cuida tus vestigios
es el aura de un usted,
que juega al dado con lo vertical de los domingos
y no deduce que en un beso está el tranquilo delirio.

Ludo

De un inicio la presa del sinuoso y entretejido huerto de casillas, soy.
Y allá en torreón, ella, que desde sus prismáticos velos, vigila
Mi salto torpe en todas estas mis torpes fibras….

Y voy, tirándome 6 años atrás por el designio de la estrecha senda
O por su índice arrojando bofetadas a mi testa,
Tarúpida ella, la redonda mocha, que con acertijos y brillantes solsticios
Anima a su magna dueña
Que en el tablero manda con infante mano de peluquera
A que me muera o fugazmente hierva de la selva.

Entonces en medio de las curtidas lianas
Hallo el lúpulo de misteriosa ropa, rojita roja
Que en sus cortinas ya maltrechas, pero siempre tibias
Se acurruca a la espera del tonto vigía.

Paso a paso, avanzo atrás
En este, tu listado de vaivén mortal.

La resistencia

gracias a Ernesto Sábato, y sus ojeras inmortales
del homónimo texto de cabecera.

Resiste al pie derecho, callo al suelo, uña entrante.
Que a la baldosa, fría la gota, helado el mechón,
Espejo en amarillo y cuchilla en mentón
Quién quiera que por algo más.

Granos en asa, resiste la gargantilla elegante
Resiste los tacones, charoles, hermoso tu apuro
La misma gente en montón, de a puñaleros contratiempos.
Ocas, marranos, un camal embutido
Llega y aviéntate, resiste, aún.

Y puja segundos al cruce rojito
Aprieta la cabeza, dúchate de nalgas
Ajusta las palabras en cuadritos
Y traga saliva… queda más por resistir.

Tres, cinco, siete… y contando
En nones o pares, lo que vale es la secuencia
Eficiencia, codito, y lustre a la frente vitante
Que tiene sudando la peca
Del vuelve al vuelve, el mamífero hacer.

Resiste ese tiempo, agónico en transcurso
Que sume la corva mirada del día
Ante el bobo brillante de pulgadas exactas, o bien en mameluco bajo la bujía
Que grasosa es, igual que el escritorio
Igual que sobres bajo ranuras, buscando puntual destino por las puras.

Resiste…
Las 18 acuden en tiempo muerto
Y un gancho de quinceavo asalto, saca a la vuelta del gentío
Abraza tus canas, envuelve la noche
Y masca tus granos. Resiste sus piernas
Con tu apéndice muerto
Y goza la sábana sin siquiera un hálito de deseo.
Resiste tu sueño
Que las básicas cartas, azules quisieras
Más rojas arden como llamas de cera, que poco a poco, desgranan la billetera.
Resiste al otra vez
Y besa la escalera
Adora la mística era,
De luminiscencia
Con cálculo de brechas
Con leche al río, más no a la teta.