domingo, 1 de abril de 2007

Boca de moscas



Pululan pegajosas ellas
Las negras, las más negras, y las máS negras.
Susurrando por la búsqueda del filtro
Que latiendo sus alas en apretujo, inertes han de bambolearse por salir.
Las fauces hoscas, hediondas, de terno blanco y raya al medio
Orondas se lucen, y hasta crédulo es su cuerpo, más,
En el poyo del silencio, donde acurrucado anda el espejo
Se retuerce la mueca, en groserías y salivas
Del flemoso cuerpo hecho contenido, que se atora y en madrugada pasa
Como un yonque en velorio, rasguñándote la traquea.

Allí se cuecen las caldosas disputas, los juicios ante el jurado de 10 dedos…
Entre perdones y latigazos de cardenal asesino
Como si a una niña penetrase
O en atentado al Jesucristo de la morada, se le baje,
Pero están allí, en el círculo nipón de los obesos con moño
Rozándose con sus alas
Y a tientas oponiéndose, de la que sería una lágrima, la sola lágrima.

Y quizá en esa danza fúnebre, de no encontrarse como aviones criminales
Está el encanto injurioso de esta carga
Que pesa por su armonía
Su voluntad de espía, cual bailarín de zonas frías
Que se enrosca en tal enredo, sin un cruel deceso o desenfreno.

Por fuera la pétrea roca, del “siga usted” y “muchas gracias”
Más al ande tranquilo de la coraza equinoccia, le pertenecen esas hondas campanadas
De los dos cauces
Rojo y negro, asco y seco
Suela y suelo.

Lima 20/03/07

El niño

a Miguel Vera de la Haza, el jugador violento en el mundo de crayones indecisos


Oscuro y entrecortado, vuélvese el camino
aquel que construyes con destilados ritos
que en industriales dosis asimilas como si fueras hijo mal nacido
que en realidad siempre tiene su cobijo;

más, ahi vas.... con el reparo del segundo paso y el siguiente,
en pro de lo todo que se te ha negado: que es el inmenso aroma de un cabello,
que se luce incógnito en las copas achacadas ante el cielo
en los brindis de traje negro que consuelan tu sueño.

Y la rúa ancha, te es ínfima
y el sencillo escalón te es una cima
a la que temeroso arribas negando sus temblores
mutando en esos de tus marcos “señores”,
aquellos que asimilas edulcorantes en cada nota y cada verso
y de los que (permítame decirlo) se cuelga tu cielo.

Pero se yo, y sabe mucho más usted
que detrás de las palmas verdes y el índice valiente con que crucificas
esta un Eduardo... que crece aún más sólo que aquella ave tendida
y lloras con tus "buenos días"
y te tuerces con tus "muchas gracias"
porque aquella rama de rosácea planta
que cuida tus vestigios
es el aura de un usted,
que juega al dado con lo vertical de los domingos
y no deduce que en un beso está el tranquilo delirio.

Ludo

De un inicio la presa del sinuoso y entretejido huerto de casillas, soy.
Y allá en torreón, ella, que desde sus prismáticos velos, vigila
Mi salto torpe en todas estas mis torpes fibras….

Y voy, tirándome 6 años atrás por el designio de la estrecha senda
O por su índice arrojando bofetadas a mi testa,
Tarúpida ella, la redonda mocha, que con acertijos y brillantes solsticios
Anima a su magna dueña
Que en el tablero manda con infante mano de peluquera
A que me muera o fugazmente hierva de la selva.

Entonces en medio de las curtidas lianas
Hallo el lúpulo de misteriosa ropa, rojita roja
Que en sus cortinas ya maltrechas, pero siempre tibias
Se acurruca a la espera del tonto vigía.

Paso a paso, avanzo atrás
En este, tu listado de vaivén mortal.

La resistencia

gracias a Ernesto Sábato, y sus ojeras inmortales
del homónimo texto de cabecera.

Resiste al pie derecho, callo al suelo, uña entrante.
Que a la baldosa, fría la gota, helado el mechón,
Espejo en amarillo y cuchilla en mentón
Quién quiera que por algo más.

Granos en asa, resiste la gargantilla elegante
Resiste los tacones, charoles, hermoso tu apuro
La misma gente en montón, de a puñaleros contratiempos.
Ocas, marranos, un camal embutido
Llega y aviéntate, resiste, aún.

Y puja segundos al cruce rojito
Aprieta la cabeza, dúchate de nalgas
Ajusta las palabras en cuadritos
Y traga saliva… queda más por resistir.

Tres, cinco, siete… y contando
En nones o pares, lo que vale es la secuencia
Eficiencia, codito, y lustre a la frente vitante
Que tiene sudando la peca
Del vuelve al vuelve, el mamífero hacer.

Resiste ese tiempo, agónico en transcurso
Que sume la corva mirada del día
Ante el bobo brillante de pulgadas exactas, o bien en mameluco bajo la bujía
Que grasosa es, igual que el escritorio
Igual que sobres bajo ranuras, buscando puntual destino por las puras.

Resiste…
Las 18 acuden en tiempo muerto
Y un gancho de quinceavo asalto, saca a la vuelta del gentío
Abraza tus canas, envuelve la noche
Y masca tus granos. Resiste sus piernas
Con tu apéndice muerto
Y goza la sábana sin siquiera un hálito de deseo.
Resiste tu sueño
Que las básicas cartas, azules quisieras
Más rojas arden como llamas de cera, que poco a poco, desgranan la billetera.
Resiste al otra vez
Y besa la escalera
Adora la mística era,
De luminiscencia
Con cálculo de brechas
Con leche al río, más no a la teta.