martes, 25 de noviembre de 2008

Querrás también mis uñas?
O quizá la película de mi vitrina en reverenda posición
Tómate los ripios si quieres
Las suelas gastadas para tu deguste
Mis extremos defectuosos que adornen tu carreta
Mi caspa de 5 días como sal de remesa
O lo que quede que puedas tomar.

Mi bolsillo es color de arena
Y recostado en la miseria de las mismas vueltas
Empuñadas al horario de mesera de cantina
Mis veredas son alfombras coloreadas de ocre verdura, muerte de continentes.

Seguro también quieres mi última posesión…
Mi última bandera de independencia
Pero no puedes, no podrás…
No podrías tenerla ni con tus cascos embetunados
Ni con la armada de un llameante suceso romano
Porque en defensa de mi torreón de infantes
Escupo lo llamado entereza
Y te pongo el pecho abierto a prueba de tus mentiras
Y mis manos escribiendo a pulso de blanca tinta
Y mi credo subterráneo que corone la destrucción de todos los devotos
Y mi devoción contradictoria que clama barro y lodazal
Que se retuerce de naturaleza
Que se muere de la decepción
Y que vuelve aún serena sin un pelo de convicción.

Porque en la maratón del cuerdo mundo
Me alejo del camino no por atajos
Sino por sombras, a las cuales poder en te cálido
Sembrarme una duda
Que merezco y no absuelvo
Pero que me quita de tu masa bruta.

U.P.M.S.M.


Ya no podría negar
Que en tus fauces las costas me fueron ajenas
Y el brío inmediato que esperaba de tus habitantes y tus muros
Fue el castigo de una penumbra de 7 vidas
Cada cual más muerta que tierna.

Más, hoy te recorro…
Y luces sin dentadura y labios ajados, como si hubieras bebido anfo
Y tu resaca te hubiera descascarado.
Pues te has perdido en tus 4 centenares
Para lucir deshecha y estrujada
Empecinada en permanecer
Tan indecente
De par en par abierta hasta tu estrecha fuente.

Y tus jardines sensuales
Se derruyeron en pastizales de medio concreto
Y tus ventanas empolvadas
Se tramitaron a pedradas
Y tus senderos recostados
Se fueron de espalda ante la comba regada
Y tu pasantía descarnada, de tunantes errantes
Es sorteo de agrietadas plazas
Y recuerdo del mantón de espanto acurrucado en los olores de las diez y veintiséis.

Porque contigo se fueron los turistas, tan tuyos.
Y los cachuelos de los olvidados
Despojados de sentirse apropiados de algún suelo.
Y marchitaron tu ceniza de parla entre los 4 lados de un recinto
Como si el viento se encargara de empapar la noche de frío.

Ya no podría negar
Que te he llorado un mural
Como si mi tejado se me fuera
Allá donde una vez descubrí que habían muchas piedras
Que debieron ser más que escombro de esta madriguera.