jueves, 10 de junio de 2010

La virtud del vuelo


Conseguimos el paréntesis,
El corchete de carne que envuelve la pared blanca evaporada
Y la resuelve en un naranja tenue que se estira
Y redobla la carcajada hasta hacerla calambre;
Y envalentona la estupidez
Apagando la tecla del ciudadano
Y desvistiendo toda camisa alba y cinturón de preñada.

Sólo esta habitación sabe de lo peludos que aún somos,
De lo retenidas que están las eses en el recto
Y de las caídas suspendidas que triunfan en menos de 2/4 de herbívora fantasía.

Los saltos tiroriros,
Los vórtices coloridos,
Los personajes distraídos,
Y los templos momentáneos…
Hacen que todo sea tan vívido,
Todo tan efímeramente majestuoso y sucinto.

La mancha enorme que encadena el ceño con la sonrisa
Y quita el ancla del concreto para emerger lentamente,
Nos hace Respirar artificiales desnudos de asbesto
Y volvemos muy pronto a la carretera y la mañana estropeada
Y esbozamos la sonrisa oculta que recuerda que se salió con la suya
Al rostro guiñapo que concuerda claramente en el espejo
Estando tan fuera de este vacío momento
Como si no se hubieran quitado jamás los pies del suelo.