sábado, 9 de junio de 2007

La caida del palto


Sorbo amargo el café entre mis parpados
Y todas las voces he de sentir, menos la amargas ni roídas
Porque tengo ya la vista hecha de cuarzo ante esta misma escena.
De cartelera sin butaca ni maíz
Pero de asombrosa muestra taquillera sin bombo ni alhelí.

Donde los árboles se visten de piernas boca abajo,
Como filminas de un suspiro de Godard.
Y la atornillada voz del cemento se mezcla en nuestro ritmo
De un lamento de Ayacucho gimiendo en el requinto.

Entonces ya con este aroma de sucinto
Procreo nomás, y caliento asientos, muchos, muchísimos
Más, alba o destello no he de encontrar
Más que en este colirio de grano
Que me esparzo como cutáneo menjunje
Cada mañana de prisa
O de noche en mórbida sentencia de misa.

Las yacidas hojas me hacen manantiales de infusiones
Donde en ornamentales jadeos me zambullo
De puro deseo de estar a pesar de todo solo.
Y dislocado, me acalambro ante las lechuzas,
Que pululan como avizorando el ultimo cuchillazo
La uña pegada al coscolón
O el mítico gato encerrando de cemento ese cuerpo que todo vio.

Ya me he apurado en retardarme
Para no llegar a los boletos
O simplemente para soslayar este insulso hecho que se me hacía cierto.

El ver… uno por uno,
Cómo caen los paltos de maduros.
Pero no verdes ni alevosos como el fluorescente brío de la fresca legumbre
Sino gangrenos de razones para seguir en su etéreo momento
Y encostrados ya de estos terrenales sucesos
De piedritas y topos definidos
De cuadrantes y letritas con artículos;
Que hoy nos vienen jugando un mundo de 10 casillas
Que se reducen a sus grandotes que saltan de 3 en 3 islas
Y nadie se da cuenta que ya se acaba la tiza.





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