viernes, 15 de abril de 2011

al pie del orbe

Inmensidad, llana inmensidad…
Me tocó verte tupida de fierros
Y entumida entre tus torres de ensueño,
Tan cansada,
Tan elocuente,
Tan soberana y demente.

Tu horizonte es un remedo de espejismos
Un enjambre de cadalso
Y un exhalo de horror que quema;
Pero es tan inmensa siempre tu estela…
Que me aplanas y machacas
de
rru
yén
do
me.

No eres la noche abierta
Ni el mar absorto;
Sino un fogón de decisiones revueltas
Donde chapoteo Aleado y chamusqueado (como tiene que ser)…
Falso.

Pero en ti, soy tan ciervo…
Tan tunante y poco verbo
Que me pierdo en el hocico de todas tus fauces,
Y me recuerdo timorato
A sabiendas que no podré huir,
A pesar de ser el gramo ínfimo
En tu sábana infinita
Donde unos escribieron de musas y heroína,
De lunas y madrugadas frías.

De tu estadística me enfermo
De tu cántico me resquiebro
Y de tu inclemente mazo soy acólito cerdeño
Pues te meo,
Te sufro
Y hasta te requiero.

Soy en tu inmensidad lo más pequeño
Pero siempre me encuentras,
Pues no hay búsqueda complicada ni hueso enhiesto.
Hay temblores en el alma
Calambres en tu asbesto.

1 comentario:

Nicolás Bramón dijo...

hay carencia de la vital materia.. palmas húmedas y esenciales muñones desde la sensual materna sangria // su aguante y el mio.. fuerza hermano // con el siempre penúltimo aire // FUERZA CARAJO.