miércoles, 14 de abril de 2010

El amanecer brío

El sol es la mortaja de los arrepentidos
Más, tengo aún al olvido como garantía
Para saber que el piso aún tiene razón de ser piso.

La memoria repleta de petizos incendios
Y el día que amontona las eses de la gran ciudad.
Ese es todo el sentido de la palabra en rigor estricto.

No interesa ya la sucedánea revisión de los hechos
Ni los monumentos al pasado y sus bustos incólumes.
El descaro del absurdo es tal, que aún la tierra gira de pie y de cabeza
Y el día se termina para amanecer de lo lindo.
¿No basta acaso con estar todos tan juntos?
¿O hacer montañas de informes para el juzgado imberbe, nos exime de ser especie?

Hornos desnutridos
Apolillados pizarrones
Medias en exceso zurcidas
Ventanas parchadas
Ojos a través del píxel
O una tecla hecha palabra.
¡CUANTO DERECHO A SER MUNDANO!

Pues así ya no cabría el orgullo de pronunciarnos razonables
Pues el panteón ya no sería el hotel sugerido para las luces brillantes
Sino la acera donde gime la fruta en manos de una familia descocida.

La autopista lleva féretros por kilo
Y el neón es el nuevo celaje de los exitosos representantes de abrigo
Que ya no saben si el dolor duele
Y ya no saben si el pudor se excede.

Hiede, ¡HIEDE!



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