jueves, 10 de septiembre de 2009


Cada día es un cero.
Un bis hacia el infinito…
Una angustia hecha múltiples espejos,
Un remedo de un mimo mendigo
Que no cambia ni al jalar de la cadena
Ni al bajar el telón de carne cada pedazo de las mismas noches.

Las oraciones están selectas
Y las uñas desmugradas.
El cabello en dosis no cuestionables
Y el almidón es la piel que cubre al muerto
Para disimular el féretro por si algún momento uno se detiene
De tanto plástico revuelco,
De tanto TANTO momento.

Cada día se resuelve como el único y frío inicio numeral
Elevado a enésimas potencias
Sin tener razón de ser denominado como jueves o domingo
O como un mañana que será calco de las tibias mañanas
Cuando todos somos apurados micos.

Pero este escrito no se acaba, ni puede leerse
Porque digo lo mismo,
Por escribo lo mismo,
Porque hago lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo,
Lo mismo…

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