viernes, 25 de febrero de 2011

documento

La exagerada ficción que rasguña la pantalla
Y la escupe de ditirambos…
Todos en fila, y uno más torcido que otro.
La comunión de los extremos,
La codicia de lo regalado,
El corazón de lo efímero,
La silueta de la porquería,
Y el acto transversal del traslado cómico.
Lo aburrido del ocio empaquetado
Y el eco de la sinuosa veleta encallada en la nada del océano.
Con mi febril constancia de aparato…

Tengo interruptor, y hasta unidad de medida.
Tengo el desperfecto de oscurecer en las avenidas
Y chapolear bajo el poste más tenue,
En la guarida de la prostituta de harapos y narices entumidas.
Tengo escuálidos momentos de cordura
Y una vez despellejado el ritmo, de mis féretros extremos,
No hay tarola que replique mis apurados miembros.

Y cuando exige la gravedad,
Plantarse recto en el umbral sin luna
Extiendo el cheque sudoroso
Empeñando nuevamente mis hombros con todo y patas.
Para empapado, masticado y escurrido
Correr de vuelta en vuelta en la madeja de tu olvido sin cintura,
Tan perfecto diseño de envoltura
Que la soledad de alturas
Despedaza la nostalgia; y te hace gallardo peón
De este ejército eterno que protege cada piedra
De este templo sin motivo
¡Que te excreta!

Ésta colonia usurpada del sueño
Que niega la posibilidad sin pudor,
De alcanzar el sino.

Ésta covacha luminosa que te prohíbe…
Porque si te decantas en una que otra pregunta
Está la nalga apenas decorada
Y el naufragio retumbante de una melodía contracturada
Y el peyote cuadrado de bolsillo y de sala.
Todo bien ganado con la muerte de cuarentaiocho pelos desperdiciados.
Y todos dicen ¡salud! y arriba las palmas…
Y tu danza insomne agrieta los muros
Del único pabellón que resiste,
El último frente del círculo polar
Que colude la amnistía con el puño encostrado.


¡Por favor!
No dejes que tomen la última celda
Mantente preso en aquella grave querella
Aquella saliva espesa que siempre cuesta tragar
Y recuerda que otra vez comienza
La procesión de las velas y las llagas.
La caminata entre semillas sin periodo de siembra llorada.

jueves, 3 de febrero de 2011

Obrero de carne;
Tu derrota es la existencia
Y el ocio una jugarreta oropelada de expendio febril
Que una vez al año sonríe al pie
Y a la percha de zurcido cachemir.

Obrero de mimbre;
Devuelto, revuelto, envuelto…
De rebote exacto y pordiosera propina
De plástico terso y brilloso fundillo.
Eres ósculo al absurdo
Y tu cadáver anda absorto de licencias al alma
Que en el folio de las oraciones te perdiste
Sin fichero ni estante en la covacha.

Obrero de huaipe;
Te veo gacho a cuatro patas
Y soy más rastrero aún por no extenderte mi mano
Que en justo mordisco harías trizas de un solo bocado.
Obrero de palta.
Obrero de azúcar.
Obrero de nada, pero también obrero…
Es el jornal lo que te prende en vilo
Haciendo equilibrio cuando ya hubieras caído de panza al fierro
Y justo roído.