martes, 2 de noviembre de 2010

I

Sicario de mis personajes
Suicida del elenco carburado en procesiones de silencio.
Uno a uno… van cayendo los trajes civilizados:
De la jeta fruncida y la amabilidad a cuestas,
De la serenidad y la taimada sapiencia,
De la cordura planchada y la verdad entera.

Bang, bang!!
El hilo cárdeno traspasa la rendija
Y los salpicones decorando las mayólicas
Los limpio con calma de asesino y una misa en los labios;
Y aún con las uñas rojas y el hedor amarillo
Tiento como orfebre el próximo molde de caparazón de estaño
Y me encorvo en ritual carpintero
Para tallar la nueva sonrisa
Esculpiendo la oscuridad de su mirada
Si es que lo quiero perro, poeta o patético obrero sin puño de protesta.

Me maquillo de mi madre y le abro los ojales
Lo visto de lunes y le ajusto la corbata
Le espolvoreo la obediencia bajo la papada
Y le canto una tonada de conformismo edulcorada (¿les suena la pared maravillosa?);
Pero acabado el oropel ciudadano
Le enfundo tras la espalda una calibre 44
Pesada y fría, apuntando hacia la nuca
Para no olvidar que el sueño calmo repleto de culo rascado,
Pesa más que lo imposible de ser erguido ser humano.

Y él me dice, plástico y empaquetado:
Háblate a ti con la conciencia de estar acabado
A fin de cuentas, basta con nuevamente querer haberte matado.