En los instantes suplementarios del último día
Abrazado a lo inexorable del trámite de andar de pie;
Se deja cuenta de lo complicado del gateo
Y el exhausto aliento del pellejo reseco.
Allí en la hamaca pálida del papeleo funerario
Donde el yacimiento cuesta a pesar de la polvorienta consecuencia
Veo a través del vidrio empañado
Y con la nariz obstruida y la encía rellenada
Siento el helecho de sus cabellos seduciéndome
Arrullando el amarillo hasta hacerlo tenue
Y trepidando en el triste tuétano hasta callar su lamento.
El lecho desciende y se sumerge
A un edredón de dalias tibias
Donde el vívido reflejo de tu rostro es tan tierno
Que el occiso omite su empedrado peso.
Y en liviano intento resuelve las melodías
Y traspira las agonías
Saboreando el corazón de su colorida amante
Mientras el recuerdo se disuelve en el revoloteo fundido
De las piernas salpicadas entre orejas y púbicas reseñas.
Sus lenguas se consumen y se ven atados,
Impidiendo el alejarse mutuo,
Pues los ombligos conectos se sujetan sin esfuerzo
Por las almas que desaparecen en un tenue firmamento.
lunes, 26 de julio de 2010
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