Sicario de mis personajes
Suicida del elenco carburado en procesiones de silencio.
Uno a uno… van cayendo los trajes civilizados:
De la jeta fruncida y la amabilidad a cuestas,
De la serenidad y la taimada sapiencia,
De la cordura planchada y la verdad entera.
Bang, bang!!
El hilo cárdeno traspasa la rendija
Y los salpicones decorando las mayólicas
Los limpio con calma de asesino y una misa en los labios;
Y aún con las uñas rojas y el hedor amarillo
Tiento como orfebre el próximo molde de caparazón de estaño
Y me encorvo en ritual carpintero
Para tallar la nueva sonrisa
Esculpiendo la oscuridad de su mirada
Si es que lo quiero perro, poeta o patético obrero sin puño de protesta.
Me maquillo de mi madre y le abro los ojales
Lo visto de lunes y le ajusto la corbata
Le espolvoreo la obediencia bajo la papada
Y le canto una tonada de conformismo edulcorada (¿les suena la pared maravillosa?);
Pero acabado el oropel ciudadano
Le enfundo tras la espalda una calibre 44
Pesada y fría, apuntando hacia la nuca
Para no olvidar que el sueño calmo repleto de culo rascado,
Pesa más que lo imposible de ser erguido ser humano.
Y él me dice, plástico y empaquetado:
Háblate a ti con la conciencia de estar acabado
A fin de cuentas, basta con nuevamente querer haberte matado.
martes, 2 de noviembre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
Fénix 33

El rumor exaltado rebota en la roca.
Los vítores tragados por el silencio…
Y el azar dejando proscrita su sentencia que rebosa en la mayor soledad
Que haya sufrido la especie
En el manto mismo del íleon de la tierra.
Ahora peludo y hediondo
Tendré el vívido recuerdo de nacer otra vez.
En esta cesárea ígnea de la madre piedra
Que me alberga en 69 vidas sombrías, de cobriza compañía y sudor de prieta jauría.
Aquí espero hablándole al recodo del universo
Quien me ha puesto un techo y macizo rectángulo
Como guarida en su gigante vacío.
Estimo que Dios debe andar hurgando en las gavetas del sufrimiento
Al haber sido yo tan pecaminoso.
Mi faro tenue calienta mi frente
Y los brazos cruzados del mayor silencio en el mundo
Son más cálidos que aquella braza del patio de arriba.
¿Para qué entonces?
Volver a ser hormiga en las piernas del obeso
Si en el seno de este duro útero hay más calor que en la soledad del orbe grasoso.
Allá arriba está su apretón soberano
Y la caricatura solemne de mis callos olvidados.
Las luces tintineantes y sus vivas del escándalo
Harán de mí el menjunje de editores y glotones noticiarios
Y el estruendo de las semanas
Será mi sentencia del resto de la muerte que camina
Para olvidarse después de unos minutos de primicia.
Las horas pulgosas vuelven
La plenaria del decálogo se yergue,
El monumento al ritmo del regurgito se abalanza,
Y abandono el yeyuno de la madre pétrea
Y se termina la nostalgia de amar los recuerdos
700, 220, 156, 23m…. suelo:
Es un honor Sr. Presidente.
martes, 28 de septiembre de 2010
El arpa sangrante
Llegamos tarde… muy tarde,
A esta nueva era.
Resolvimos vegetar en un remanso de ratones
Entre tapas y portadas
Bien mamones de nata negra, la más pura,
Escondiéndonos para sufrir del gozo.
Entendimos que en el desfase está la ventaja
Que permite ser alado y torpe pichón
De remilgo en nido y puchero en silencio.
Pero hoy:
¡ESTAMOS ENTRE USTEDES!
Tras vitrinas y escritorios; con fajines y gemelos…
Y danzamos rompiendo la línea de su marcha hedionda;
Dando en las horas muertas
Certera maña para la pluma.
Y de vez en cuando se frota con deliciosa soledad
El remedo del placer que cuelga,
Hirviendo, cuando su nevera imprime la costumbre en sus muñecas;
Y sacudiendo el nervio como en reclamo ignorante
Enchufando el sexo a la retina
Cuando tú terminas tu informe en horas vespertinas.
Pero somos torpes resistiendo al llegar tan tarde a ese mañana
Que preferimos adelantarnos a un ayer que no murió.
Y el opaco sentimiento humeante
Se hace vapor de microbús en madrugada…
Pero tampoco exijan entereza
Si apenas cuidamos la cáscara
Para no apestar en plena sala de tanta inútil coraza.
Pero sabemos,
Que también te mata ser oráculo
Resolviendo el retraso en el teorema del vaso.
Yo se que la legaña da cuenta que los ángeles tienen piojos
Y la cuerda, esa tripa que tiembla
Es el arpa con la que toca el arcángel deportado,
Nuestras patas y pelos tensos de lado a lado…
Para hacernos saber que sólo somos un cadáver con pellejo,
O el arpegio de un silencio que se escucha rancio.
A esta nueva era.
Resolvimos vegetar en un remanso de ratones
Entre tapas y portadas
Bien mamones de nata negra, la más pura,
Escondiéndonos para sufrir del gozo.
Entendimos que en el desfase está la ventaja
Que permite ser alado y torpe pichón
De remilgo en nido y puchero en silencio.
Pero hoy:
¡ESTAMOS ENTRE USTEDES!
Tras vitrinas y escritorios; con fajines y gemelos…
Y danzamos rompiendo la línea de su marcha hedionda;
Dando en las horas muertas
Certera maña para la pluma.
Y de vez en cuando se frota con deliciosa soledad
El remedo del placer que cuelga,
Hirviendo, cuando su nevera imprime la costumbre en sus muñecas;
Y sacudiendo el nervio como en reclamo ignorante
Enchufando el sexo a la retina
Cuando tú terminas tu informe en horas vespertinas.
Pero somos torpes resistiendo al llegar tan tarde a ese mañana
Que preferimos adelantarnos a un ayer que no murió.
Y el opaco sentimiento humeante
Se hace vapor de microbús en madrugada…
Pero tampoco exijan entereza
Si apenas cuidamos la cáscara
Para no apestar en plena sala de tanta inútil coraza.
Pero sabemos,
Que también te mata ser oráculo
Resolviendo el retraso en el teorema del vaso.
Yo se que la legaña da cuenta que los ángeles tienen piojos
Y la cuerda, esa tripa que tiembla
Es el arpa con la que toca el arcángel deportado,
Nuestras patas y pelos tensos de lado a lado…
Para hacernos saber que sólo somos un cadáver con pellejo,
O el arpegio de un silencio que se escucha rancio.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Cálamo currente
a Pedro Cueva, el desquiciado insurgente de los márgenes de la sombra.

El campo florido de los cielos mustios
Fue el proscenio de la tragedia representada.
Los olmos cómplices los escondites perfectos
Y las bancas silentes los aliados invisibles.
El helado termómetro de las tensas arterias que se esfuerzan
Por mantener en pie al torpe vigía que escudriña los pasos
De la cárdena nereida,
Derruye la paciencia del nervio hecho tensión.
Desde su ángulo perfecto,
El cavila disparatados proyectos…
Y empresas dislocadas con posibilidades remotas
De hacer lo que la costumbre ha matado en la práctica repetida.
Más toda presencia o movimiento en el cuadro imaginario de sus ojos
Hacen de la desgracia un lamento.
Pero empeñado el Olimpo en dar de a gotas su brebaje bermejo
El espía confunde la cicuta con almibaradas cortesías.
El rizo aurífero danza,
Y los tobillos sostenidos por un coqueto capricho
Se envuelven en un morado vellocino
Como llevando una procesión incesante
Donde el remedo de su alegría es nostalgia
Y cansancio de hermosura;
Porque la belleza duele tanto para la Gioconda
Como a Leonardo le fue parirla.
Y el diablo a veces captura lo que Dios es incapaz de ofrecer;
En el lente de su abominable retina
Donde ahora aparecen perpetuos
Los destellos de una creación divina.
Y los faroles mustios,
Y las bancas frías;
Abandonan su modorra de la noche tranquila
Para invitar al júbilo del espía
Que muere de no saber que ha vivido todavía;
Y huyendo sin ser perseguido
Le canta al silencio del sendero empedrado
Y come ansias de la orate consecuencia
Y respira flores de tan sólo saber
Que ha logrado vivir un día perpetuo en su pupila.
Fue el proscenio de la tragedia representada.
Los olmos cómplices los escondites perfectos
Y las bancas silentes los aliados invisibles.
El helado termómetro de las tensas arterias que se esfuerzan
Por mantener en pie al torpe vigía que escudriña los pasos
De la cárdena nereida,
Derruye la paciencia del nervio hecho tensión.
Desde su ángulo perfecto,
El cavila disparatados proyectos…
Y empresas dislocadas con posibilidades remotas
De hacer lo que la costumbre ha matado en la práctica repetida.
Más toda presencia o movimiento en el cuadro imaginario de sus ojos
Hacen de la desgracia un lamento.
Pero empeñado el Olimpo en dar de a gotas su brebaje bermejo
El espía confunde la cicuta con almibaradas cortesías.
El rizo aurífero danza,
Y los tobillos sostenidos por un coqueto capricho
Se envuelven en un morado vellocino
Como llevando una procesión incesante
Donde el remedo de su alegría es nostalgia
Y cansancio de hermosura;
Porque la belleza duele tanto para la Gioconda
Como a Leonardo le fue parirla.
Y el diablo a veces captura lo que Dios es incapaz de ofrecer;
En el lente de su abominable retina
Donde ahora aparecen perpetuos
Los destellos de una creación divina.
Y los faroles mustios,
Y las bancas frías;
Abandonan su modorra de la noche tranquila
Para invitar al júbilo del espía
Que muere de no saber que ha vivido todavía;
Y huyendo sin ser perseguido
Le canta al silencio del sendero empedrado
Y come ansias de la orate consecuencia
Y respira flores de tan sólo saber
Que ha logrado vivir un día perpetuo en su pupila.

martes, 17 de agosto de 2010
¡A ciscar!

Sabes que tras el peldaño te espera.
Lo lamentas, pero es así.
Nuevamente angosto y más angosto; el hilo por el rabo,
El peto embutido en la carcasa, el techo en la nuca si tienes suerte.
Agárrate de la rabia y no pierdas la saliva en plegarias;
Sino cágate en medio de la sala
Y sabrás que no apesta lo suficiente
Como para que abran las ventanas.
Pena sobre pena,
Lástima sobre nostalgia;
La memoria sabe tan dulce que en el paladar amarga.
Llora y vuélvete a cagar…
En el rincón, en la mesa, la recepción y en el mismo despacho.
Dibuja como infante a brochazo caqui
Y mea como Pollock;
Sacúdelo con garbo
Y brinca como chango
Llorando tus chinches y riendo a cuatro patas.
Despeina la etiqueta
Y desabrocha esos modales;
Vuélvete a la orgía, y porfía!, porfía!!
Dándote manotazos
Extendiendo la axila, en la ingle de la indecencia
Y vuelve a cagarte
Proclamando tus islotes como patrias
Izando la bandera sin colores
Donde todas nuestras almas crepitan al fuego.
Pero no confíes de lo ebrio
Que tras de ti la revolución sigue siendo un fracaso
Pues todos se deslizan aún abrazados
Esperando recompensa, o esa cama tenue hecha remanso de sus días lerdos.
Ya se sabe, el embudo nunca es filtro.
Pues sólo vierte mejor el contenido,
Para que el recipiente no pierda un solo espacio vacío.
Lo lamentas, pero es así.
Nuevamente angosto y más angosto; el hilo por el rabo,
El peto embutido en la carcasa, el techo en la nuca si tienes suerte.
Agárrate de la rabia y no pierdas la saliva en plegarias;
Sino cágate en medio de la sala
Y sabrás que no apesta lo suficiente
Como para que abran las ventanas.
Pena sobre pena,
Lástima sobre nostalgia;
La memoria sabe tan dulce que en el paladar amarga.
Llora y vuélvete a cagar…
En el rincón, en la mesa, la recepción y en el mismo despacho.
Dibuja como infante a brochazo caqui
Y mea como Pollock;
Sacúdelo con garbo
Y brinca como chango
Llorando tus chinches y riendo a cuatro patas.
Despeina la etiqueta
Y desabrocha esos modales;
Vuélvete a la orgía, y porfía!, porfía!!
Dándote manotazos
Extendiendo la axila, en la ingle de la indecencia
Y vuelve a cagarte
Proclamando tus islotes como patrias
Izando la bandera sin colores
Donde todas nuestras almas crepitan al fuego.
Pero no confíes de lo ebrio
Que tras de ti la revolución sigue siendo un fracaso
Pues todos se deslizan aún abrazados
Esperando recompensa, o esa cama tenue hecha remanso de sus días lerdos.
Ya se sabe, el embudo nunca es filtro.
Pues sólo vierte mejor el contenido,
Para que el recipiente no pierda un solo espacio vacío.
lunes, 26 de julio de 2010
Tenue
En los instantes suplementarios del último día
Abrazado a lo inexorable del trámite de andar de pie;
Se deja cuenta de lo complicado del gateo
Y el exhausto aliento del pellejo reseco.
Allí en la hamaca pálida del papeleo funerario
Donde el yacimiento cuesta a pesar de la polvorienta consecuencia
Veo a través del vidrio empañado
Y con la nariz obstruida y la encía rellenada
Siento el helecho de sus cabellos seduciéndome
Arrullando el amarillo hasta hacerlo tenue
Y trepidando en el triste tuétano hasta callar su lamento.
El lecho desciende y se sumerge
A un edredón de dalias tibias
Donde el vívido reflejo de tu rostro es tan tierno
Que el occiso omite su empedrado peso.
Y en liviano intento resuelve las melodías
Y traspira las agonías
Saboreando el corazón de su colorida amante
Mientras el recuerdo se disuelve en el revoloteo fundido
De las piernas salpicadas entre orejas y púbicas reseñas.
Sus lenguas se consumen y se ven atados,
Impidiendo el alejarse mutuo,
Pues los ombligos conectos se sujetan sin esfuerzo
Por las almas que desaparecen en un tenue firmamento.
Abrazado a lo inexorable del trámite de andar de pie;
Se deja cuenta de lo complicado del gateo
Y el exhausto aliento del pellejo reseco.
Allí en la hamaca pálida del papeleo funerario
Donde el yacimiento cuesta a pesar de la polvorienta consecuencia
Veo a través del vidrio empañado
Y con la nariz obstruida y la encía rellenada
Siento el helecho de sus cabellos seduciéndome
Arrullando el amarillo hasta hacerlo tenue
Y trepidando en el triste tuétano hasta callar su lamento.
El lecho desciende y se sumerge
A un edredón de dalias tibias
Donde el vívido reflejo de tu rostro es tan tierno
Que el occiso omite su empedrado peso.
Y en liviano intento resuelve las melodías
Y traspira las agonías
Saboreando el corazón de su colorida amante
Mientras el recuerdo se disuelve en el revoloteo fundido
De las piernas salpicadas entre orejas y púbicas reseñas.
Sus lenguas se consumen y se ven atados,
Impidiendo el alejarse mutuo,
Pues los ombligos conectos se sujetan sin esfuerzo
Por las almas que desaparecen en un tenue firmamento.
jueves, 10 de junio de 2010
La virtud del vuelo

Conseguimos el paréntesis,
El corchete de carne que envuelve la pared blanca evaporada
Y la resuelve en un naranja tenue que se estira
Y redobla la carcajada hasta hacerla calambre;
Y envalentona la estupidez
Apagando la tecla del ciudadano
Y desvistiendo toda camisa alba y cinturón de preñada.
Sólo esta habitación sabe de lo peludos que aún somos,
De lo retenidas que están las eses en el recto
Y de las caídas suspendidas que triunfan en menos de 2/4 de herbívora fantasía.
Los saltos tiroriros,
Los vórtices coloridos,
Los personajes distraídos,
Y los templos momentáneos…
Hacen que todo sea tan vívido,
Todo tan efímeramente majestuoso y sucinto.
La mancha enorme que encadena el ceño con la sonrisa
Y quita el ancla del concreto para emerger lentamente,
Nos hace Respirar artificiales desnudos de asbesto
Y volvemos muy pronto a la carretera y la mañana estropeada
Y esbozamos la sonrisa oculta que recuerda que se salió con la suya
Al rostro guiñapo que concuerda claramente en el espejo
Estando tan fuera de este vacío momento
Como si no se hubieran quitado jamás los pies del suelo.
El corchete de carne que envuelve la pared blanca evaporada
Y la resuelve en un naranja tenue que se estira
Y redobla la carcajada hasta hacerla calambre;
Y envalentona la estupidez
Apagando la tecla del ciudadano
Y desvistiendo toda camisa alba y cinturón de preñada.
Sólo esta habitación sabe de lo peludos que aún somos,
De lo retenidas que están las eses en el recto
Y de las caídas suspendidas que triunfan en menos de 2/4 de herbívora fantasía.
Los saltos tiroriros,
Los vórtices coloridos,
Los personajes distraídos,
Y los templos momentáneos…
Hacen que todo sea tan vívido,
Todo tan efímeramente majestuoso y sucinto.
La mancha enorme que encadena el ceño con la sonrisa
Y quita el ancla del concreto para emerger lentamente,
Nos hace Respirar artificiales desnudos de asbesto
Y volvemos muy pronto a la carretera y la mañana estropeada
Y esbozamos la sonrisa oculta que recuerda que se salió con la suya
Al rostro guiñapo que concuerda claramente en el espejo
Estando tan fuera de este vacío momento
Como si no se hubieran quitado jamás los pies del suelo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)